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martes, 2 de febrero de 2010

El Cansancio De Leandro.

"Leandro se sentía tan casado que esa mañana decidió no levantarse de la cama, no podía enfrentarse un día más a todas las personas que decían que le querían y que se preocupaban por él. Leandro se sentía vacío por dentro, sentía una enorme tristeza que se había ido acumulando y ahora era una enorme bola de nieve de efectos muy destructivos. Leandro sabía que no podría pararla. Y la maquinaria para que la dichosa bola comenzara a bajar por la montaña que era ahora su interior, ya se había puesto en marcha. Y ya no había cojones para detenerla. Leandro se tapó por entero con las sábanas y encogió las piernas. No diría nada. Se marcharía bien lejos. Sacaría un pasaje de tren para ir a algún lugar lejano donde no conociera a nadie y volver a empezar. Solo. Leandro decidió que no hablaría más de lo necesario, lo justo, no quería amigos, no quería nada más. Soledad. Leandro recordó la conversación telefónica de ayer con su gran amiga Ester. Leandro sintió un desgarro en el interior. Quería mucho a Ester y esta tenía muchos problemas, pero por mucho que Leandro intentaba acercarse a ella, apoyarle, ofrecerle lo único que podía, su compañía, Ester se apartaba y se alejaba cada vez más diciendo que era mejor así y que no le necesitaba. Ayer a Leandro le dolió. Le dolió como nunca...y se cansó. Se hartó de intentar acercarse a Ester y recibir siempre negativas. Leandro, esa misma noche, decidió que Ester eligiera y que hiciera a su antojo. Él no podía intentarlo más. Ya no más. El agotamiento le pesaba en el alma. Leandro se removió en la cama, cambió de postura, sacó la nariz fuera de las mantas y recordó que llevaba días sin ver a Judit, sin ver a Carlos y sin ver a Toño. Y les echaba de menos, pero siempre tenían algo muy importante que hacer, o asistir a alguna fiesta, o preparar una excursión con gente que a Leandro le daba igual. Leandro sólo quería hablar con ellos, reír porque si y que no le echasen en cara nada, simplemente estar con sus amigos. Pero todo siempre eran pegas. Leandro se destapó, tenía mucho calor. Se quedó mirando al techo y pensó en Martini y Erica, a los que adoraba y, a pesar de verles 2 veces al año porque vivían lejos, lo mal que le trataban y lo que disfrutaban humillándole porque...porque era lo que mejor sabían hacer. Y Leandro decidió apartarlos de su vida de golpe. No merecía la pena seguir luchando por ellos. Leandro quería estar con Irene y Pelucho, pero eso era imposible porque vivían mucho más lejos aún y Leandro no ganaba mucho para poder ir a visitarlos cada vez que lo deseaba. Y eso aún le ponía más triste y de más mala leche. Leandro se sentó en la cama y miró por la ventada. Le molestaba ese sol tan radiante y ese día tan luminoso. Pensó en Fede y en lo mucho que éste le quería. Leandro pensó que Fede no compartía demasiado sus pensamientos, sus dudas y sus miedos con él, que quedaban muchos agujeros negros entre ellos, pero Leandro lo había intentado todo.

Y Leandro tenía miedo de dejarlos y olvidarlos. Leandro se levantó, se duchó, se vistió y sacó un billete de tren por internet. Preparó una pequeña maleta con la ropa que más le gustaba, con unos cds, algún libro y un fajo de fotos bastante gastadas de tanto mirarlas. Leandro llamó un taxi y mientras esperaba, miró fijamente su casa, su casa de los últimos seis años. Le invadió la tristeza de forma más fuerte, de forma más dura y directa. Se sentía cansado, agotado. Necesitaba salir de allí y no dar explicaciones a nadie. Leandro se fue. Y nadie supo más de él. Nunca.

Ester ya no tenía a quien llamar.

Judit, Carlos y Toño se quedaron sin su amigo para hablar.

Martini y Erica se sorprendieron... se llenaron de una pena inmensa.

Irene y Pelucho lloraron. Lloraron tanto que perdieron todas las lágrimas para no llorar más.

Fede dejó su trabajo. Vendió el piso. Buscó a Leandro por medio mundo. Fede buscó a Leandro por el mundo entero. Fede no podía estar sin Leandro. Fede estana desesperado hasta que encontró a Leandro, lejos, muy lejos, apartado, pero tranquilo. Y Fede nunca se movió de su lado.

Quizá algún día Leandro decidiera volver, y Fede decidió no insistir pues era cosa de Leandro y ahora Leandro se sentía bien, se sentía tranquilo...y ya no estaba tan cansado. Aunque la tristeza de no tener a los suyos se le removía por dentro. Pero cuando los tenía a su lado, nunca estaban. Y cuando le tuvieron...nunca quisieron tenerlo. Y luego fue tarde. Muy tarde.

Leandro miró al cielo. Y le sonrió. Les sonrió a todos ellos. Porque lo sentía, les echaba tanto de menos... Por fuera y por dentro."

1 comentario:

Roddo dijo...

To have and not to hold!

Abrazotes!!!