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lunes, 8 de febrero de 2010

"El Viaje..."




“El viaje en el tren resultaba aburrido. A esas horas de la mañana todos tenían un semblante somnoliento y las únicas voces que se oían eran roncos susurros mitigados por el traqueteo suave y acunado del vagón. Unos leían el periódico con expresión ceñuda, otros estaban inmersos en sus libros, otros miraban distraídos el paisaje mientras una lluvia fina mojaba los cristales y hacían extraños dibujos en estos. El día no se quería desperezar y parecía que había tomado la opción de permanecer gris y melancólico pero, por esta razón, los colores eran más intensos…los verdes eran verde de critica… los rojos eran rojos de vergüenza… los azules eran azules de incerteza… los amarillos eran amarillos de envidia… realmente era un día triste y nada práctico…

El chico notó como una mirada se le clavaba con intensidad. Hasta ahora no había prestado atención a nadie pero ahora, ahora el hombre que se sentaba enfrente le miraba con fijeza, sin timidez, con fuerza. Apartó los ojos ya que le resultaba incómodo aguantar la mirada del hombre, era como si le escocieran los ojos, como si una picazón le entrase por las pupilas y que regocijase en ellos. Volvió a mirar al hombre. Este le seguía mirando y ahora, además, le acompañaba una media sonrisa. El hombre era moreno, cono ojos de un color oscuro profundo y con una espesa barba de dos días. Su cabello negro y algo largo brillaba con la luz de los fluorescentes. Alto y corpulento, vestía ropa elegante. Ya no pudo apartar los ojos del hombre, le parecía fascinante. Intentaba imaginar cómo sería su vida, en qué consistiría su trabajo, en cómo pasaría sus horas de ocio y… en cómo haría el amor. Dio un respingo al darse cuenta lo que estaba pensando, pero es que su pensamiento se encontraba algo desbocado y el deseo le estaba rozando. Se sintió algo turbado y notó un calor quemante en las mejillas. Le sobraba la chaqueta y el jersey, pero lo único que atinó a hacer fue quitarse el pañuelo del cuello. El hombre notó el rubor en sus mejillas y esta vez sonrió de forma muy clara, enseñando unos dientes blancos que resaltaban sus labios.
El chico se sentía extraño y siguió mirando al hombre como embobado, pero esta vez de otra forma, esta vez sin corte alguno, esta vez de forma directa, aguantando la mirada de este sin ninguna duda molestando.
La estación en la que tenía que bajar se acercaba, tenía que levantarse pero las piernas le flaqueaban, carecían de fuerza. Respiró profundo, tomó mucho aire y se levantó de forma brusca, tanto que la señora de su lado le miró molesta y algo enojada por el empujó que le había dado. En la puerta, miró el reflejo el los cristales y vio que el hombre estaba un poco más atrás, muy cerca, tanto que notaba un aroma potente a un fresco perfume.
El chico bajó del tren y se encaminó hacía la salida. El hombre le seguía de cerca. El chico respiraba rápido y sentía que se ahogaba. El hombre casi podía tocarle. El chico andaba más rápido. El hombre le seguía el paso. Sin querer, sin ser consciente de ello, sin saber por qué, el chico entró en los lavabos. El hombre también.
No había nadie. Estaban sólos. Uno enfrente del otro. El hombre no dijo nada. El chico tampoco. El hombre se acercó y le acarició el flequillo, la cara, la barbilla. El chico sintió que sus músculos se destensaban, que se relajaba y que un extraño pero conocido hormigueo le invadía el cuerpo entero. El hombre le pasó la mano por la cintura y se acercó, se acercó tanto que parecían una misma persona.
Y el hombre le besó. Despacio. Pausado. De una forma suave pero concisa. A trompicones llegaron hasta la pared y el chico noto a través de la ropa, el frío de los azulejos blancos. Un grifo goteaba y cada gota que se fugaba moría en un inmenso estruendo al caer sobre el lavabo. A lo lejos, voces apagadas del trajín de la estación. Todo parecía tan lejos…
Sin saber, estaban dentro de un excusado, sin saber se sentía besado en cada poro de su piel, sin saber se sentía extasiado, sin saber estaba volando…¿qué le estaba pasando…?Su mente estaba nublada, sus ojos cegados buscaban de forma constante esa mirada…quería más, quería que ese momento fuera eterno. Más.
Deseo.
El hombre le susurraba en el oído, le susurraba secretos inconfesables, profundos secretos de los que jamás se cuentan…le susurraba de forma dulce, melosa y placentera.
El chico se dejó llevar…

Al salir a la calle la lluvia le mojó el rostro. Levantó bien la cara para sentirla de forma amplia y extensa. Se rió. Sus carcajadas eran fuertes y altas. Se sentía libre, suelto, ligero. Una pesada losa se había quedado en los lavabos de la estación. Ahora lo tenía claro, al fin entendía su angustia vivida, al fin comprendía por qué siempre se sentía tan triste y abatido, al fin se había permitido ser él mismo. Al fin se había aceptado, reconocido como persona. Y con un desconocido. De la forma más extraña que jamás se hubiera imaginado.
Ya no iría a la Universidad, ese día se lo dedicaría para estar a solas consigo mismo, sin nadie más, tenía mucho en qué pensar…

El chico estaba tendido en la dorada arena de la playa. El sol le regalaba paz y tranquilidad. Escuchó un chapoteo en el agua. El hombre salía de la humedad del mar. Le sonreía. Le sonreía como nunca jamás le había sonreído nadie. Se tumbó a su lado. Le abrazó, y el chico notó como sus pieles se juntaban, como el frescor del hombre le gustaba.
Habían pasado dos años desde aquellas primeras miradas en el tren, desde el primer beso en los lavabos de la estación, tres años de vida en común y, cada día era como renacer.
El chico gritó de alegría y ambos rodaron por la arena.
El chico, a lo lejos, escuchó el traqueteo del tren… lo escuchó dentro de su corazón.

El sol se estaba poniendo y dejaban atrás la playa, cogidos de la mano, bromeando…”

3 comentarios:

Roddo dijo...

Precioso texto, Gene... y con ese conocido "toque personal".


Cuidate, ánimos y cariños.
;-)

Roddo dijo...

Aló? Hay alguien en casa?

genestel dijo...

No había nadie en casa, la había cerrado y estaba fuera por un tiempo... no quise avisar.
Pero ahora he vuelto d enuevo y ya estoy ventilandolo todo...