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lunes, 8 de febrero de 2010

"El Viaje..."




“El viaje en el tren resultaba aburrido. A esas horas de la mañana todos tenían un semblante somnoliento y las únicas voces que se oían eran roncos susurros mitigados por el traqueteo suave y acunado del vagón. Unos leían el periódico con expresión ceñuda, otros estaban inmersos en sus libros, otros miraban distraídos el paisaje mientras una lluvia fina mojaba los cristales y hacían extraños dibujos en estos. El día no se quería desperezar y parecía que había tomado la opción de permanecer gris y melancólico pero, por esta razón, los colores eran más intensos…los verdes eran verde de critica… los rojos eran rojos de vergüenza… los azules eran azules de incerteza… los amarillos eran amarillos de envidia… realmente era un día triste y nada práctico…

El chico notó como una mirada se le clavaba con intensidad. Hasta ahora no había prestado atención a nadie pero ahora, ahora el hombre que se sentaba enfrente le miraba con fijeza, sin timidez, con fuerza. Apartó los ojos ya que le resultaba incómodo aguantar la mirada del hombre, era como si le escocieran los ojos, como si una picazón le entrase por las pupilas y que regocijase en ellos. Volvió a mirar al hombre. Este le seguía mirando y ahora, además, le acompañaba una media sonrisa. El hombre era moreno, cono ojos de un color oscuro profundo y con una espesa barba de dos días. Su cabello negro y algo largo brillaba con la luz de los fluorescentes. Alto y corpulento, vestía ropa elegante. Ya no pudo apartar los ojos del hombre, le parecía fascinante. Intentaba imaginar cómo sería su vida, en qué consistiría su trabajo, en cómo pasaría sus horas de ocio y… en cómo haría el amor. Dio un respingo al darse cuenta lo que estaba pensando, pero es que su pensamiento se encontraba algo desbocado y el deseo le estaba rozando. Se sintió algo turbado y notó un calor quemante en las mejillas. Le sobraba la chaqueta y el jersey, pero lo único que atinó a hacer fue quitarse el pañuelo del cuello. El hombre notó el rubor en sus mejillas y esta vez sonrió de forma muy clara, enseñando unos dientes blancos que resaltaban sus labios.
El chico se sentía extraño y siguió mirando al hombre como embobado, pero esta vez de otra forma, esta vez sin corte alguno, esta vez de forma directa, aguantando la mirada de este sin ninguna duda molestando.
La estación en la que tenía que bajar se acercaba, tenía que levantarse pero las piernas le flaqueaban, carecían de fuerza. Respiró profundo, tomó mucho aire y se levantó de forma brusca, tanto que la señora de su lado le miró molesta y algo enojada por el empujó que le había dado. En la puerta, miró el reflejo el los cristales y vio que el hombre estaba un poco más atrás, muy cerca, tanto que notaba un aroma potente a un fresco perfume.
El chico bajó del tren y se encaminó hacía la salida. El hombre le seguía de cerca. El chico respiraba rápido y sentía que se ahogaba. El hombre casi podía tocarle. El chico andaba más rápido. El hombre le seguía el paso. Sin querer, sin ser consciente de ello, sin saber por qué, el chico entró en los lavabos. El hombre también.
No había nadie. Estaban sólos. Uno enfrente del otro. El hombre no dijo nada. El chico tampoco. El hombre se acercó y le acarició el flequillo, la cara, la barbilla. El chico sintió que sus músculos se destensaban, que se relajaba y que un extraño pero conocido hormigueo le invadía el cuerpo entero. El hombre le pasó la mano por la cintura y se acercó, se acercó tanto que parecían una misma persona.
Y el hombre le besó. Despacio. Pausado. De una forma suave pero concisa. A trompicones llegaron hasta la pared y el chico noto a través de la ropa, el frío de los azulejos blancos. Un grifo goteaba y cada gota que se fugaba moría en un inmenso estruendo al caer sobre el lavabo. A lo lejos, voces apagadas del trajín de la estación. Todo parecía tan lejos…
Sin saber, estaban dentro de un excusado, sin saber se sentía besado en cada poro de su piel, sin saber se sentía extasiado, sin saber estaba volando…¿qué le estaba pasando…?Su mente estaba nublada, sus ojos cegados buscaban de forma constante esa mirada…quería más, quería que ese momento fuera eterno. Más.
Deseo.
El hombre le susurraba en el oído, le susurraba secretos inconfesables, profundos secretos de los que jamás se cuentan…le susurraba de forma dulce, melosa y placentera.
El chico se dejó llevar…

Al salir a la calle la lluvia le mojó el rostro. Levantó bien la cara para sentirla de forma amplia y extensa. Se rió. Sus carcajadas eran fuertes y altas. Se sentía libre, suelto, ligero. Una pesada losa se había quedado en los lavabos de la estación. Ahora lo tenía claro, al fin entendía su angustia vivida, al fin comprendía por qué siempre se sentía tan triste y abatido, al fin se había permitido ser él mismo. Al fin se había aceptado, reconocido como persona. Y con un desconocido. De la forma más extraña que jamás se hubiera imaginado.
Ya no iría a la Universidad, ese día se lo dedicaría para estar a solas consigo mismo, sin nadie más, tenía mucho en qué pensar…

El chico estaba tendido en la dorada arena de la playa. El sol le regalaba paz y tranquilidad. Escuchó un chapoteo en el agua. El hombre salía de la humedad del mar. Le sonreía. Le sonreía como nunca jamás le había sonreído nadie. Se tumbó a su lado. Le abrazó, y el chico notó como sus pieles se juntaban, como el frescor del hombre le gustaba.
Habían pasado dos años desde aquellas primeras miradas en el tren, desde el primer beso en los lavabos de la estación, tres años de vida en común y, cada día era como renacer.
El chico gritó de alegría y ambos rodaron por la arena.
El chico, a lo lejos, escuchó el traqueteo del tren… lo escuchó dentro de su corazón.

El sol se estaba poniendo y dejaban atrás la playa, cogidos de la mano, bromeando…”

domingo, 7 de febrero de 2010

"Sestancia d'en Magister" (Menorca)



Hace algún tiempo hablaba en "The Racunet" (mi otro lado virtual), de perseguir tus sueños...a veces más que difíciles, pero en fin, son sueños y se deben tener, porque, de lo contrario, nos quedaríamos secos por dentro...

Uno de mis sueños es llegar a vivir en esta casa tan preciosa (o alguna similar, ¡no tengo manías!), que se encuentra en una isla maravillosa, Menorca, donde se respira tranquilidad, donde las personas conviven en paz, y donde todo el mundo se saluda. Además, esta masía está en la zona Norte de la isla, una zona agreste y salvaje, rodeada de campos y muy, muy cerca del mar -se respira el sabor del mar-, y es perfecta para críar caballos...

Pero...los sueños...sueños son...y aunque hay que tenerlos...no puedes vivir tan sólo de ellos...

sábado, 6 de febrero de 2010

"La Petite Mort" ("La Pequeña Muerte")



Sentir cómo te deslizas por mi piel... sentir cómo te unes a mi... sentir cómo la noche se confunde con el día... cómo las lágrimas del mar se mezclan con las mías... sentir tu mirada profunda devorando mi vida...sentir como tus manos me aprietan y me llevan a una locura llena de desidia... sentir tus labios viajando, hambrientos, por todo mi cuerpo...sentir los cuatro vientos elevándome más allá de los cielos...sentir sin sentidos porque los he perdido desde el primer momento que te he hecho mío...sentir un miedo atroz porque sé lo que me va a suceder, me vas a llenar de placer, vas a robar mi yo por completo, me vas a anular y me voy a quedar completamente expuesto...expuesto a ti, a tus juegos, a tus planes secretos, a tus caricias llenas de poderoso fuego, por completo a tu deseo...
Sentir que pierdo la razón.
Sentir que apenas veo...que todo está borroso, oscuro, negro...que poco a poco muero...Que muero por estar lleno de descargas eléctricas, de pequeños y grandes y enormes escalofríos por dentro...Sentir que el sudor me empapa, que baja por la espalda, y aún así, tus brazos me agarran con fuerza, con entereza, con pasión, casi con dolor...
Sentir que apenas siento pues estoy flotando por el universo...apenas sé qué pasa...apenas me tengo...sólo sé que sólo existes tú en este único momento... y me pierdo, desaparezco, soy un puntito latente en un estallido de pasión, miedo, terror, felicidad, amor...de un placer casi imaginario, de un placer inexplicable porque me estoy desvaneciendo por todo lo que me estás dando, por lo que me estás regalando...despareciendo por este placer tan intenso que raya en los límites del Infierno...
Y ya no tengo sentidos...
Ya no tengo conciencia...
Ya no tengo consciencia...
Ya no tengo rumbo alguno...
Ya no tengo miedo...
Ya no tengo nada, tan sólo vuelo...vuelo...¡vuelo!...
Yaciendo, tu respiración entrecortada, rítmica, alterada, corta. rápida y pausada...es lo único que me guía.
Yaciendo a tu lado, sin saber dónde estoy, dónde me encuentro..."la petite mort" ha venido a mi encuentro.
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("La petite mort, también conocida como La pequeña muerte o Le petit mort en francés, es un término utilizado para designar el momento en el que una mujer, e incluso un hombre, alcanza el orgasmo, pierde la conciencia durante unos segundos prácticamente y queda en coma durante unos instantes.
(Fuente: wikipedia)"

Especialmente dedicado a veteli.

jueves, 4 de febrero de 2010

Alas De Ángel



"Yo daba por hecho que las personas eran buenas por naturaleza, daba por asumido que la gente era poseedora de un gran corazón y que se podían ayudar de forma desinteresada... Pero con el tiempo aprendí que eso era una gran falacia y que las personas se movían por propio interés, por dinero, por envidia malsana, por destrozar vidas ajenas como si de un pasatiempo fuera...
Yo daba por sabido que cada uno era capaz de ofrecer lo mejor de si mismo, que cada uno siempre estaba dispuesto a todo... pero no, eso no era así.
Y decidí quedar al margen y no mezclarme demasiado, y no creer en las palabras pues estas, la mayoría de las veces, huecas están...
Tras haber perdido amigos, tras haber sido vendido, estafado, engañado y malipulado... Tras haber sido desgarrado, machacado y vapuleado... me sentí decepcionado, cansado, demasiado agotado para volver a confíar...
Pero despacio, sin apenas imaginarlo, grandes personas por mi camino se fueron cruzando... de forma tímida y sencilla... de forma cálida y cautiva...
Y volví a creer, volví a confíar, pero esta vez con la lección bien asumida y aprendida... no todo el mundo tiene el mismo carisma, ni todos tienen un fondo honesto y de bondad...
Todos no... pero una inmensa minoría me lo demuestra día a día, y no me puedo quejar, pues la vida sabe quitar pero también dar.
Así que debo decir que alguien se ha cruzado en mi camino, alguien que ha conseguido parar mi andadura para que la pueda mirar... Mirar con detenimiento, con valentía, mirar su parte de fuera y su interior lleno de lluvia dorada y fina. Alguien que es una gran luchadora, llena de voluntad, con un gran brillo que te consigue iluminar.
Me paré en el camino para con ella conversar, para conocer sus penas y hasta parte de su soledad, para conocer sus risas y sus grandes alegrías... alguien que me ofreció una sincera amistad.
Daba igual el pasado, el daño recibido pero olvidado, nunca enconado, daba igual todo eso... porque siempre hay personas que te quieren de verdad... por lo que eres, por lo que piensas y opinas y por tu sincera sonrisa.
Al vover a iniciar el camino le pregunté si me quería acompañar, qué se instalara en mi vida y que de ella, si le apetecía, no saliera jamás, pues a veces confíar a ciegas es lo mejor que puede pasar... Y me respondió con su mirada, con sus gestos y su alma...
Y espero con firmeza... nunca, nunca perderla.
Daba... davarishhh, un ángel de hermosas alas que te cuida sin nada esperar... y que consigue hacerte sentir lo especial que es una verdadera amistad".

Sin entendimiento...



No lo entiendo.

Por más vueltas que le de a la cabeza, no lo entiendo.
Ayer escuchaba la noticia de la muerte de un soldado español en Afganistán, cuando escoltaban a un comboy de alimentos, y era probable que hubieran heridos... y entonces toda la oposición del país se tiró a la yugular del gobierno, y antes de que exigieran algo más, la propia Ministra de Defensa, Carme Chacón, pidió voluntariamente declarar en el Congreso para aclarar los hechos. Pero, ¿qué hechos?¿Qué un soldado ha muerto en un país que está en guerra abierta e interminable?¿Qué unos "rebeldes" han atacado en una escaramuza para matar a sus enemigos porque están obsesionados con su dios...?¿Qué tiene que explicar la señora Ministra...?
Desde mi propio desconocimiento creo que si me alisto en el ejército y me envían a un país como Afaganistán... sé de sobra que tengo un peligro constante de morir, un peligro atenuante de que quieran acabar con mi vida, que nos quieran echar de allí, asesinar o matar... ¡es una guerra!
Si no quiero correr un riesgo semejante opto por buscar un trabajo más normal en una tienda, en una gasolinera, en unas oficinas, ¡qué se yo!, un trabajo de los de cada día... y no en el ejército, porque el ejército no está para hacer bonito, sino para luchar y más en un país como el nuestro que pertenece a la OTAN, a la ONU, y que participa en los conflictos mundiales para llegar a conseguir la paz... porque no sé si alguien se había dado cuenta, para tener paz hay que luchar. Incomprensible, ¿verdad?

Desde aquí qiero dar todos mis respetos y condolencias a esa familia que estará sumida en la tristeza, les acompaño en su dolor pero me cuesta entender el por qué tanto escándalo cuando un soldado ha muerto haciendo su trabajo, porque su trabajo entraña ese gran riesgo y hay que ser muy consciente cuando te metes en ello.

Maldita oposición que le gusta sacar todas las cosas de quicio y hacer leña del árbol caído, mejor que se callen la boca y que tiendan la mano a esa familia que ahora tanto apoyo y ánimo necesitan.
O acaso ¿ellos creen que qué lo harían mejor...?

miércoles, 3 de febrero de 2010

Ágora


Ayer, al fin, pude disfrutar de esta película y que hasta el momento no había sido posible ir a verla...
¿Qué decir...?Me pareció impresionante, dura y espectacular.
Impresionante porque todas las imágenes me envolvieron por completo y consiguieron que entrase de lleno en la pantalla y casi fuera uno de los protagonistas.
Espectacular porque el poder admirar la antigua Alejandría, la gran Alejandría de aquellos momentos me pareció fascinante, dejándome con la boca abierta todo el rato (y más cuando tengo la visita de esa ciudad tan reciente).
Dura, durísima porque se vuelve a sentir el desgarro y el dolor de la raza humana, porque se vuelve a ver la crueldad de las personas, las ansias de poder, las ganas de mandar sobre los demás con excusas más bien baratas y casi obscenas, donde el fanatismo se antepone a todo, a la lógica, a la razón, a los pensamientos, a las artes, al saber hacer... y la fuerza bruta, sin sentido alguno, arrasa con lo que tiene delante. Con todo.
Salí del cine de bastante mal humor por sentirme tan afectado por las barbaridades que cometen las personas, por volver a sentir la pura envidia... por volver a ver las miserias humanas... y darme cuenta (una vez más) que siempre ha sido, es y será igual. Cuando alguien tiene poder se aprovecha de todo y de todos. Una puta mierda, pero por lo visto es el pan nuestro de cada día...
Y conocer a Hipatia, gran filósofa y astrónoma, lo mejor.
Por ahí he leído mil críticas a esta peli, a su director, a la historia, al guión... ¡a todo!, pero si os digo la verdad, me las paso por el forro de los cojones porque soy yo mi propio crítico y decido si algo es bueno o no cuando lo he visto, lo he saboreado o lo he vivido, no por hacer caso lo que dicen unos cuantos desde su punto tan subjetivo (porque todos los que criticamos o alabamos somos subjetivos desde un buen principio), así que me pueden decir misa porque me importa un bledo. ¿Por qué...?Pues es tan simple porque salí del cine alterado, enfadado, molesto pero contento... y eso tan sólo lo consiguen las buenas películas -a mi modo de ver y sentir, que tras todo lo visto y sentido es mi mejor guía-, por lo tanto me ha parecido una gran peli. Y me da absolutamente lo mismo que el director, Amenábar, haya querido rodar en inglés... como si lo hace en chino, sueco o filipino, porque eso es algo secundario, pero claro, hay que criticar que un director español no ruede en su idioma, ¡menuda sandez!
Y sobre todo porque pone en tela de juicio el fabnatismo de las religiones, ¡qué más da a quién rece cada uno!¿Acaso no pueden convivir en paz los cristianos, árabes, judios, budistas...¿por tener unas creencias tengo que asesinar a mi vecino por tener otras diferentes a las mías...?

es algo que no me entra en la cabeza, no, no, no...

En fin, que la peli está genial.

martes, 2 de febrero de 2010

Alejandro

"Se sentía mareado, como perdido, ahogado, apartado... ese no era su lugar, pero allí se supone que debía estar. Botellas de caro champán se descorchaban, el caviar bailaba en las bandejas de canapés, música alta impregnando su ritmo en esa apretujada marea de cuerpos, empujones, besos, caricias escondidas, coca nevando en los lavabos, sexo furtivo corneando... se sentía muy mareado. Salió a la terraza y notó ese frío por poco maldito, un frío de los montes noruegos, de vientos lapones, de islandeses helores, de fugaces tiritones... pero le daba igual, le gustaba sentirlo en la piel, notar como le traspasaba la exquisita camisa. Él no debería estar allí, debería estar brindando en casa, abrazando, siendo abrazando, celebrando otra Navidad, una Navidad ganada, conseguida y luchada. Una Navidad propia y lanzada, particular y privada, pero... pero no quería quedarse solo en casa y decidió aceptar la invitación de unos amigos, la invitación a una gran fiesta en aquel ático enorme y lujoso, una fiesta a la que casi no conocía a nadie y la cual le estaba apretando con mala leche el gaznate.
Alejandro se sentía cansado, fuera de lugar y, mientras observaba a un par de parejas meterse mano, su pensamiento se fue alejando dejando parpadear las luces de la ciudad, colores intensos, artificiales pero verdaderos.
Notó cómo alguien le abrazaba con fuerza por la espalda, cómo unos tentáculos le sobaban y le agarraban el paquete, mal buscando, malintrerpretando. Alejandro se giró con rudeza, aplastando su rabia contra una exótica e impresionante rubia bastante borracha que se le abría de piernas y que le pareció una completa mamarracha, puesta por completo de blanca y con la mirada desbocada. Le entristeció ver lo denigrante que era dejarse caer y, de un suve pero rígido empujón, la apartó a un lado dirigiendo sus pasos hacia el océano de gentes que se movía constante bajo un ritmo salvaje. Dando codazos, pisando y avanzando con decisión llegó hasta el armario para coger su abrigo, el cual le costó reconocer pues parecía el saldo de plenas rebajas de El Corte Inglés.
Una vez en la calle, Alejandro se notó algo iberado, se dejó mecer por el compás suave de una ciudad pausada y adormecida en plena resaca navideña, mirando al suelo, apagando sus oídos, callando palabras martilleantes.
Llegó hasta su edificio, buscó las llaves en ese gran bolsillo parecido a una cueva del Himalaya, llena de objetos extraños, misteriosos y perdidos... un botón... un mechero... una tarjeta de aquel restaurante al que fueron para celebrar algo especial... un condón... un caramelo... y las llaves. Abrió apoyándose en la puerta de cristal, le pareció más pesada que nunca. Apretó el botón del ascensor y... y se vió reflejado en las puertas metálicas, se vió mirado por una luna de suave sonrisa, se sintió admirado y un pequeño escalofrío le llenó de arriba a abajo, le apretó el corazón, le envolvió el alma en una ventisca finesa, una tormenta danesa, como una noche de invierno sueca...
Alejandro entró en casa sabiendo que se encontraba diferente, animado, ya no aletargado, ni triste, ni enfadado... Alejandro se sintió despojado de pesos, de malos pensamientos, de agobios y tormentos. Tiró el abrigo al suelo de la entrada, se quitó los zapatos, los calcetines... ¡qué placer sentir los pies desclazos en el parquet!La camisa cayó, los pantalones se perdieron, y quedó en boxers, boxers de un tono lila nacarado, con el torso desnudo, dejando libre una música dulce y atenuante, dejando que sus manos trabajaran ligeras en la cocina... aceitunas... mayonesa... algo de jamón serrano... huevos duros... anacardos... yogur griego.. queso feta... esas fresas frescas que compró hace un par de días en el mercado... pan tostado con tomate y un poco de ajo... patés varios... y el cava bien fresquito que estaba en la nevera...
Alejandro dejó la mesita del salón como si fuera un regalo, colocada frente al ventanal, cortinas abiertas, luces apagadas y muchas, muchas velas iluminando unos sueños escondidos, sus deseos secretos. La comida de forma delicada colocada, las copas de Bohemia juntas y preparadas para... cojines alrededor como pequeños duendes emocionados...
Alejandro fue al lavabo, se perfumó apenas nada y se miró su mirada, una mirada ahora tranquila, profunda como una garganta de rojos ocres y ocres marrones, una garganta da caída alocada con un alegre río cortando el terreno...
Esperó. Alejandro esperó y cuando escuchó el rumor de unas llaves sonrió. Cuando él estuvo delante, Alejandro se levantó y con sigilo se colgó de sus labios cayendo ambos al suelo... amando unas Navidades soñadas al fin logradas...
... Alejandro y su amado se encontraron...

Tras ese intenso encuentro nos sentamos en la mesa para disfrutar de una sublime cena regada con un dorado cava catalán afrutado, rodeados de una banda sonora hábilmente escogida.
Apenas hablábamos, nuestro juego era un devenir de miradas, de miradas tiernas, de miradas frenéticas, de miradas duras y apasionadas, metálicas y aguantadas...
Pequeños roces en las caras y en las manos nos iban adentrando en un mundo extraño, conocido por nosotros, pero en esos momentos, bastante olvidado...
Un mundo sensual y acalorado, un mundo de deseo no explicado, de secretos inconfesables, de fiereza animal inagotable...
En susurros le contaba a Aleix la necesidad que tenía de él, de compartir juntos estas Navidades, de tenernos el uno al otro sin agobios, ni atacantes, ni manipulantes, ni obligaciones, ni nada de nada... tan sólo nosotros...
Él me escuchaba atento y su sonrisa llegaba a iluminar la estancia que, junto a las velas, similaba a un mediodía de verano en una hermosa playa.
Tras descorchar la segunda botella, brindamos. Brindamos por nosotros, por habernos encontrado, por poder compartir estos años, por haber ganado una dura batalla a la estricta sociedad, por haber sido los malos al decidir que juntos todo lo queríamos compartir.
La música nos atrapaba, nos seducía y nos invitó a bailar un baile muy quieto y pegado con los ojos cerrados, un baile acompasado en el que nuestros cuerpos eran uno sólo danzando...

... un baile silencioso de bosques húmedos y frondosos, de dunas altas y áureas, de músicas desmembradas, de dulces pasitos sinceros... un baile para nada pomposo, ni pretencioso, un baile ni siquiera bien bailado, un baile de unión, de reafirmación, de calor ganado, de amor amado...
La música nos envolvía y parecía que nuestras mentes se empeñaban en crear una sóla mirada, un sólo pensamiento, juntando todos nuestros recuerdos...

-Aleix, Aleix, Aleix...

... musitaba yo mojándome los labios con su nombre como si de agua fresca de una fuente de alta montaña se tratara, mientras le besaba con delicadeza las mejillas, el cuello... sus sueños...
Parecía que el silencio se imponía en una noche tan especial, una noche para nada buscada, surgida de la nada, una noche reservada para la luna bella, para las estrellas risueñas, para el frío navideño que nos espiaba desde fuera, para nuestras sensaciones ya no amordazadas, ni atadas, ni vigiladas, ni contenidas, ni agazapadas...
... una noche de amor único y real, de un amor incontenible por unos momentos más...

... y el alba nos atrapó en la mañana...

Y recuerdo... quedé dormido en sus brazos, suavemente acunado... volví a creer en el espíritu de la Navidad..."

El Cansancio De Leandro.

"Leandro se sentía tan casado que esa mañana decidió no levantarse de la cama, no podía enfrentarse un día más a todas las personas que decían que le querían y que se preocupaban por él. Leandro se sentía vacío por dentro, sentía una enorme tristeza que se había ido acumulando y ahora era una enorme bola de nieve de efectos muy destructivos. Leandro sabía que no podría pararla. Y la maquinaria para que la dichosa bola comenzara a bajar por la montaña que era ahora su interior, ya se había puesto en marcha. Y ya no había cojones para detenerla. Leandro se tapó por entero con las sábanas y encogió las piernas. No diría nada. Se marcharía bien lejos. Sacaría un pasaje de tren para ir a algún lugar lejano donde no conociera a nadie y volver a empezar. Solo. Leandro decidió que no hablaría más de lo necesario, lo justo, no quería amigos, no quería nada más. Soledad. Leandro recordó la conversación telefónica de ayer con su gran amiga Ester. Leandro sintió un desgarro en el interior. Quería mucho a Ester y esta tenía muchos problemas, pero por mucho que Leandro intentaba acercarse a ella, apoyarle, ofrecerle lo único que podía, su compañía, Ester se apartaba y se alejaba cada vez más diciendo que era mejor así y que no le necesitaba. Ayer a Leandro le dolió. Le dolió como nunca...y se cansó. Se hartó de intentar acercarse a Ester y recibir siempre negativas. Leandro, esa misma noche, decidió que Ester eligiera y que hiciera a su antojo. Él no podía intentarlo más. Ya no más. El agotamiento le pesaba en el alma. Leandro se removió en la cama, cambió de postura, sacó la nariz fuera de las mantas y recordó que llevaba días sin ver a Judit, sin ver a Carlos y sin ver a Toño. Y les echaba de menos, pero siempre tenían algo muy importante que hacer, o asistir a alguna fiesta, o preparar una excursión con gente que a Leandro le daba igual. Leandro sólo quería hablar con ellos, reír porque si y que no le echasen en cara nada, simplemente estar con sus amigos. Pero todo siempre eran pegas. Leandro se destapó, tenía mucho calor. Se quedó mirando al techo y pensó en Martini y Erica, a los que adoraba y, a pesar de verles 2 veces al año porque vivían lejos, lo mal que le trataban y lo que disfrutaban humillándole porque...porque era lo que mejor sabían hacer. Y Leandro decidió apartarlos de su vida de golpe. No merecía la pena seguir luchando por ellos. Leandro quería estar con Irene y Pelucho, pero eso era imposible porque vivían mucho más lejos aún y Leandro no ganaba mucho para poder ir a visitarlos cada vez que lo deseaba. Y eso aún le ponía más triste y de más mala leche. Leandro se sentó en la cama y miró por la ventada. Le molestaba ese sol tan radiante y ese día tan luminoso. Pensó en Fede y en lo mucho que éste le quería. Leandro pensó que Fede no compartía demasiado sus pensamientos, sus dudas y sus miedos con él, que quedaban muchos agujeros negros entre ellos, pero Leandro lo había intentado todo.

Y Leandro tenía miedo de dejarlos y olvidarlos. Leandro se levantó, se duchó, se vistió y sacó un billete de tren por internet. Preparó una pequeña maleta con la ropa que más le gustaba, con unos cds, algún libro y un fajo de fotos bastante gastadas de tanto mirarlas. Leandro llamó un taxi y mientras esperaba, miró fijamente su casa, su casa de los últimos seis años. Le invadió la tristeza de forma más fuerte, de forma más dura y directa. Se sentía cansado, agotado. Necesitaba salir de allí y no dar explicaciones a nadie. Leandro se fue. Y nadie supo más de él. Nunca.

Ester ya no tenía a quien llamar.

Judit, Carlos y Toño se quedaron sin su amigo para hablar.

Martini y Erica se sorprendieron... se llenaron de una pena inmensa.

Irene y Pelucho lloraron. Lloraron tanto que perdieron todas las lágrimas para no llorar más.

Fede dejó su trabajo. Vendió el piso. Buscó a Leandro por medio mundo. Fede buscó a Leandro por el mundo entero. Fede no podía estar sin Leandro. Fede estana desesperado hasta que encontró a Leandro, lejos, muy lejos, apartado, pero tranquilo. Y Fede nunca se movió de su lado.

Quizá algún día Leandro decidiera volver, y Fede decidió no insistir pues era cosa de Leandro y ahora Leandro se sentía bien, se sentía tranquilo...y ya no estaba tan cansado. Aunque la tristeza de no tener a los suyos se le removía por dentro. Pero cuando los tenía a su lado, nunca estaban. Y cuando le tuvieron...nunca quisieron tenerlo. Y luego fue tarde. Muy tarde.

Leandro miró al cielo. Y le sonrió. Les sonrió a todos ellos. Porque lo sentía, les echaba tanto de menos... Por fuera y por dentro."